Límites sí o sí

 

Debemos iniciarnos en la difícil tarea de educar a nuestros hijos a muy temprana edad, ya que es ahí cuando los hábitos se instauran con mayor facilidad. Los límites y la disciplina, permiten que los niños aprendan a respetar a los demás y les enseñan a reconocer que el espacio, el tiempo y la tranquilidad de los otros son también importantes.

El establecer límites desde chiquitos les da a los niños un marco de referencia, pues los ayuda a tener claros determinados criterios sobre las cosas. También les brinda contención y seguridad, pues saben hasta dónde pueden llegar y los hacen sentirse cuidados y protegidos. Si el niño es más” fuerte” que los padres y decide lo que hay que hacer en casa, no se podrá sentir protegido.

Cuando los límites son claros, los niños aprenden a establecer sus propias normas, a discernir lo bueno de lo malo, a controlar sus impulsos y a regular su conducta para lograr una vida más ordenada y sana.

Las palabras claves para que exista disciplina son coherencia y constancia, ambos padres deben tener sus principios  y transmitirlos de manera clara y con el ejemplo.

¿Cómo lograr establecer límites con éxito?

• Lograr que exista un buen clima familiar de afecto y cariño.
• Establecer normas claras y firmes que los niños puedan entender.
• Conforme los niños van creciendo es importante ofrecerles varias alternativas y hacer que ellos participen en el establecimiento de reglas y sus consecuencias.
• Plantear las reglas de manera positiva; decir lo que se puede y no siempre lo que no se puede o está prohibido. No usar el NO de manera indiscriminada.
• Definir rutinas y horarios que permitan que los niños se organicen y sepan qué esperar de los padres.
• No amenazar al niño manipulando sus afectos ni poniéndole condiciones que no se van a poder cumplir, eso le quitará seguridad y lo hará sentir desconfianza hacia ti.
• Bajo ninguna circunstancia golpear o lastimar al niño, eso no lo ayuda a aprender. Si golpeamos le enseñamos que golpear es la manera de manejar la cólera y solucionar problemas.
• Reforzar y elogiar las buenas conductas de nuestros niños.

 

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