Veranos mágicos
Por Lorena Salmón | 3 de febrero 2016
Esa, la de la manito, levantada y mirando con puro amor a su madre, soy yo. Mi hermana, un año y cuatro meses menor ; a mi lado izquierdo, jugando con Hilda, que fue mi nana a sus catorce años y hasta ahora es parte de la familia ( vive con mi tía). Mi mamá, qué guapa, mira a la cámara feliz.
Eran días felices. Recuerdos que tengo como parte imborrable de una niñez que se salpicaba entre Barranca y Supe,por el Norte e Ica hacia el Sur. A mis padres les gustaba salir de casa los fines de semana.
Tenían dos Volkswagen: el de mi papá, el lento tortugón, rojo; el de mi mamá en una versión más histérica que Penelope Glamour, amarillo patito. Y en esos escarabajos por horas largas de camino, íbamos a buscar la felicidad.
Mis tías abuelas maternas tenían esa casita en Barranca adonde íbamos cada verano. La diversión en la playa era filtrarse a la cocina del Tato, donde seguramente encontraba a mi padre haciéndose el payaso tratando de preparar algún tacu tacu; o en la bodega de la playa ( esas antiguas, con aparadores de vidrio y madera) hacia donde corría sin parar para buscar un chupete chapulín morado; o en el patio trasero de la bodega que era el patio de juegos donde los adultos y niños jugábamos al sapito. No había wifi. No había cable. No había necesidad.
Los desayunos eran en el mercado y mi padre, que siempre ha tenido una suerte de complejo Gastón, de los que encuentra, comparte y conoce de cada huarique donde uno pueda comer rico; siempre nos invitaba a probar un nuevo jugo. Las mañanas, obvio, en la playa. Las tardes se caminaban y las noches eran de fiesta. Vaya jaranas las que se armaban.
Tengo todavía la sensación de poder acceder a esos recuerdos sólo cerrando los ojos y mirando hacia adentro. Y cómo será de bonita la vida que justamente el otro día mi madre me decía: ¨me encantaba esa época, donde terminaba el día de playa y a ti y a tu hermana, las bañábamos, peinábamos, y vestíamos como muñecas para salir a pasear por el malecón.¨
Encontré esta foto de casualidad y justamente. Esa época. La misma. Creo que hasta ahora me acuerdo de esa ropa de baño hermosa de Winnie The Pooh. Me dio nostalgia. Pero la nostalgia, sólo me trajo alegría y agradecimiento por lo vivido. Y por lo que vivo! Realmente no hay nada más placentero en la vida que estar dentro del mar libre, sin miedo, riendo con tus hijos.
Los veranos son mágicos.
En verdad que bellos recuerdos y vivencias….unicos!!
Guauu!!! me encanto leerte por los sentimientos que describes y se dejan trasmitir tal cual a traves de tu pluma o dedo , lindos recuerdos muy parecidos a los mios, la playa siempre fue es y sera un lugar felíz