Un altar por semana santa
Por Lorena Salmón | 10 de abril 2017
Image: Somos Fe.
Por Wickarelia
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El año pasado publiqué un artÃculo invitándolos a preparar un altar por semana santa. Este año, con lo convulsionado que está nuestro paÃs y nuestro mundo, los invito nuevamente a prepararlo y compartirlo en familia.
Como otros años, prepararé un altar para honrar a Jesús, aquel maestro maravilloso que se sacrificó por nosotros. Mi intención no es hablar de religión, pero si quiero destacar que de él hemos aprendido maravillosas lecciones, como la humildad, el servicio, el amor incondicional.
Algunas sugerencias para armar nuestro pequeño gran altar.
- Los cuatro elementos. Agua (una copa) – Tierra (flores) – Aire (incienso o palo santo) Fuego (vela blanca)
- Agua bendita
- Algún sÃmbolo religioso (como una cruz, una imagen o estampa)
- Biblia
- Rosario
- Estampas con oraciones
- Velas de preferencia blanca o misionera
- Palmas
- Huevos de Pascua
Luego de armado el altar, tómese un tiempo para rezar o realizar alguna invocación y me tomo la libertad de compartir esta hermosa oración por la paz del Papa Juan Pablo II.
Oh, Dios, Creador del universo,
que extiendes tu preocupación paternal sobre cada criatura y que guÃas los eventos de la historia a la meta de la salvación; reconocemos tu amor paternal
que a pesar de la resistencia de la humanidad y, en un mundo dividido por la disputa y la discordia, Tú nos haces preparar para la reconciliación.
Renueva en nosotros las maravillas de tu misericordia; envÃa tu EspÃritu sobre nosotros, para que él pueda obrar en la intimidad de nuestros corazones; para que los enemigos puedan empezar a dialogar; para que los adversarios puedan estrecharse las manos;
y para que las personas puedan encontrar entre sà la armonÃa.
Para que todos puedan comprometerse en la búsqueda sincera por la verdadera paz;
para que se eliminen todas las disputas, para que la caridad supere el odio,
para que el perdón venza el deseo de venganza.
Finalmente, recuerde que la fe está dentro de uno y asà como cuidamos nuestro cuerpo, nuestra mente, asà también hay que nutrirla de la mayor energÃa disponible, la energÃa divina. Una pequeña vela encendida con una intención sincera puede obrar milagros. Nuca subestimemos la capacidad de nuestro corazón, la capacidad del amor.
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