¿Cómo afrontar una pena?

Por Lorena Salmón | 7 de enero 2016
Sin Comentarios

fec6745b4e8da32d4a65f66b2d1a8a11

Esta semana ha sido una semana difícil para mi y para mi familia: finalmente nos tocó vivir uno de esos episodios fortuitos, parte natural de la vida, que definitivamente marcará un antes y un después en nosotros. Como familia y a cada uno como individuo.
Quizás hoy sea uno de esos dificilísimos días donde no existe mucha explicación que buscar, simplemente vivir lo que nos toca vivir. Esa pena inmensa, mezclada con dolor. Y me voy a dar el tiempo y la libertad de sentirla.
Sentía que estaba más fuerte, pero en realidad había estado huyendo a la pena. No puedo evitar quebrarme con lo que está pasando, pero también sé que cualquier resistencia al momento, me traerá o nos traerá más dolor del que ya tenemos.
Más complejo cuando se trata de alguien a quien quieres demasiado, hay una mezcla de impotencia en no poder estar por un momento en sus zapatos para aminorarle la carga.
Es difícil entender lo que nos pasa a veces, cuando nuestras intenciones y planes ya estaban destinados hacia otros caminos ya trazados, pero si algo sabio escuché ayer en medio de todos los consejos ante el desconsuelo, es que ésta es la vida: formada de alegrías y penas, batallas vencidas y batallas perdidas; de estos retos tan grandes.
Pensaba ayer además que siempre repito que lo que nos define como personas es cómo respondemos a estos retos, cómo sabemos pasarlos. No dejarnos caer, no dejarnos vencer, aunque la pena sea tan grande que no nos permita ver con claridad que algún día pronto, cerquita, vamos a ver algo más de luz de la que estamos viendo. Ayer me repetía y repetía a todos: vamos a estar bien, todo estará bien.
Y hoy en la mañana, igual. No será hoy el mejor día de mi vida, quizás pueda ser uno de los peores, pero a pesar de todos, vamos a estar bien.
Y, ¿saben por qué estoy tan segura? Porque no hay dolor que dure cien años, porque estamos todos juntos aquí, apoyándonos, sosteniéndonos, porque felizmente, gracias al Universo, somos una unidad poderosa.
Sé que como familia no podemos tener el control de todo, pero nos tenemos a nosotros, juntos abrazados, conectados también en la tristeza y la pena.
En estos días de complejidades difíciles de comprender, nada vale más que poder contar con ella.
Ya lo dijeron ayer en un texto que se viralizó por todo internet: estudios de Harvard afirman que la clave de la felicidad están en cómo nos relacionamos con los demás, en nutrir esos vínculos.
Y los que tenemos con mi familia son poderosísimos, nada, ni este día espantoso, ni los que vendrán; podrán con nosotros. Porque somos uno.
Y a la pena, se le da tiempo. Se le abraza, hasta que sea hora de dejarla ir. Como todo.
Dejar ir para sanar. De a pocos.



Deja un comentario