Te invito a salvar una vida
Por Lorena Salmón | 10 de febrero 2016Por Vanessa Vasquez de Juguete pendiente
El vuelo que me llevaría a Bangkok acababa de aterrizar cuando de pronto, sentí un dolor muy fuerte en el riñon, tan fuerte que en cuestión de segundos me desvanecí y me desmayé.
Todo se puso negro, hasta que de pronto, desperté.
– Te quedan 48 horas de vida – me dijo un doctor tailandés en el Bangkok Hospital de Tailandia.
– ¿48 horas? – le dije sin entender nada.
– Si, tienes septicemia, una infección generalizada a la sangre y no podemos hacer nada para que tus leucocitos bajen. Es importante que te comuniques con tus papás para que estén preparados – me tocó la cabeza, comenzó a hablar tailandés con la enfermera y se fue caminando.
– Voy a vivir, voy a vivir, voy a vivir – era una frase que me repetía a manera de mantra y si, luego de 48 y gracias a una cadena humana o de favores como todos las conocen, llegaba la medicina que necesitaba para estabilizarme y poder tratar de venir a casa. Porque al final, eso era lo único que importaba sea cual sea el desenlace, ver a mis papás, a mi hermano, a mi abuela y a mis amigos.
Una semana después y aún con la infección estaba volando a Shangai para regresar a casa sin saber que las aventuras continuarían.
El vuelo Shangai – NY estuvo perfecto, me la pasé dormida todo el viaje y no tuve ningún contratiempo. El de NY – Miami si fue un caos, el vuelo se retrazó por ende perdí la conexión que me traería a Lima. Con US$ 50 en el bolsillo, sin maletas y sentada en una silla de ruedas comencé a pasearme durante 15 horas por todo el Aeropuerto de Miami sin pensar que al verme muchas personas me ayudarían o darían comida.
Mis prejuicios internos comenzaron a quebrarse rápidamente y comencé a preguntarme: – ¿por qué me dan caridad?, ¿por qué me miran con pena o sienten lástima de mi?, ¿por qué me bendicen?, ¿por qué me empujan la silla de ruedas si yo soy una experta haciéndolo? – las respuestas concretas no llegaron pero si me di cuenta que debía de estar agradecida con algo, digámosle universo porque regresaría a casa.
El vuelo a Lima aterrizó y yo en él. Mis papás al verme no dejaron de llorar y abrazarme, acto seguido me internaron en una clínica por una semana en donde me estabilizaron aún más hasta que me dieron de alta. Sin embargo, lo que pasó en la habitación 402 fue lo mejor que me pudo pasar en la vida y no solo porque me curé del todo sino porque me di cuenta que no me conocía nada, absolutamente nada y es justo en ese descubrimiento donde encontré la magia, una magia llamada “Responsabilidad Social”.
Durante todo el 2013 y parte del 2014 implementé iniciativas como Café Pendiente y Juguete Pendiente las cuales buscaban cubrir varias necesidades de las personas en situación de calle pero no es sino hasta que conocí a un niño de 12 años llamado Fernando Tacilla en donde encontré el verdadero reason why de despertarme todas las mañanas y hacer algo trascendental.
Recuerdo perfectamente la escena en la cual lo encontré. El estaba recostado en su cama, no podía moverse, con las justas hablabla y estaba muy pálido. Su hermana Nancy me contó que el pequeño necesitaba 7 unidades de sangre de manera urgente ya que la leucemia que tenía era muy agresiva y le había bajado tanto las defensas que no podía ni mantenerse en pie.
Al llegar a mi casa, abrí mi laptop, entré a Facebook y cree algo llamado: Donante Pendiente cuya misión sería únicamente ayudar a pacientes de centros hospitalarios a conseguir donantes voluntarios de sangre o plaquetas para que pudieran mejorar en sus tratamientos y/o tener una mejor calidad de vida.
Al día siguiente, Fernando estaba siendo internado de emergencia así que gracias al fanpage que contaba con 10 likes los cualeres eran de mi mamá, mi papá, mi hermano, algunos amigos y un fan enamorado logré conseguirle 10 unidades, 7 para él y 3 que serían depositadas al banco de sangre del hospital para que ayudara a otras personas.
Pasó una semana y Fernando fue dado de alta. Donante Pendiente comenzó a hacerse más conocido y poco a poco se fueron sumando varias personas al proyecto y hoy somos 8. Juntos ayudamos no solo a Fernando, sino también a José, Mayra, Winny, Anderson, Maribel, Caroli, Hilda, Brenda, Adrián, Karina y un sin número más de personas que veían en nosotros un canal de ayuda desinteresado con el cual podían contar en caso necesitaran unidades de sangre o plaquetas. Nuestra manera de trabajar comenzó a ser efectiva publicando a diario solicitudes de sangre y/o videos de los pacientes para promover la donación de sangre altruista.
En el 2015 y gracias a la viralidad de las redes sociales fuimos nombrados influenciadores de la marca Don Vittorio y nos hicieron una sorpresa increíble la cual nos llevó a ser la Asociación más importante de donación de sangre volviéndonos así en Best Practice debido a la metodología utilizada para ayudar a los pacientes que necesitan de nuestra ayuda.
Desde el inicio hemos logramos salvar más de 450 personas, conseguir más de 2000 unidades de sangre, y 2250 unidades de plaquetas habiendo ganado cosas inimaginables como aprender a ser compasivo, a dar de manera desinteresada y a creer que en el corto plazo los bancos de sangre estarán llenos de personas que como nosotros queremos donar de manera voluntaria.
Pero por otro lado también perdimos y mucho. Varios de nuestros pequeños y adultos perdieron la batalla contra el cáncer y eso nos sumió en varias tristezas, unas más fuertes que otras las cuales nos hicieron replantearnos una y mil veces si esto era lo que queríamos hacer. Hasta el día de hoy la respuesta sigue siendo si.
Hoy al estar escribiendo esto, quisiera pedirles algo. Sean subersivos en sus vidas, busquen diferenciarse y que el único motor que los mueva sea el motor del amor. Ese amor que pueden encontrar en los miles de pacientes hospitalizados en diversos hospitales o clínicas los cuales no necesitan ropa ni alimentos sino de algo que no pueden comprar, algo que todos llevamos dentro y que solo lo podemos dar a través de una donación de sangre o plaquetas.
Un amigo siempre dice una frase: – Si tú estás bien, yo estoy bien – y es verdad. Súmense a nosotros, extiendan el brazo, donen sangre. Los invito a salvar no una vida sino varias y para que juntos seamos esa difererencia que no solo nuestro país necesita sino el mundo entero.