Maternidad feliz. Y a veces no tanto.

Ser mamá es una experiencia que te puede hacer feliz. Si sucedió en el momento correcto, si lo planificaste y tienes a tu pareja comprometida al lado, puede ser una de las experiencias más gratificantes de tu vida.
Pero no siempre es así. También te puede llegar sin haberlo planificado. Te puede llegar sin una pareja que se comprometa en esta difícil tarea, te puede llegar en un momento en el que no estabas preparada emocionalmente para recibir a esa personita que tanto necesita de ti. Y puede entonces convertir esa supuesta maravillosa maternidad en una experiencia difícil y dolorosa.
Quizás se habla más de lo glorioso de la maternidad que de lo complicado y doloroso que puede ser tener un hijo, incluso si lo deseaste. Te cuentan de las malas noches, pero no de la angustia que puedes sentir por comprender que ese pequeño ser depende completamente de ti. No te alertan de la depresión post parto como una posibilidad real, que puede efectivamente pasarte a ti o a mi.
Nadie habla de lo postergada que quedas durante un tiempo, lo que puede generarte sentimientos de frustración y rabia contra tu propio bebé. Por suerte, en la maternidad nada es blanco o negro. Hay una gama inmensa y cambiante de tonos grises. Pero para lograr gozarla y vincularte auténticamente con tu hijo es importante no dejar llevarse únicamente por las tiernas y perfectas imágenes promocionadas por las propagandas de productos para bebés, sino saber que tu hijo puede no ser tan bello como el de la foto, que tu te vas a sentir mucho mas gorda y fea que la mama del comercial, y que las emociones y sentimientos hacia tu bebé van a ser como una montaña rusa en constante movimiento.
Así que si quieres ser feliz siendo mamá, no te sientas mal si por momentos no lo eres tanto. La felicidad se goza por momentos, disfrútalos!

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