mamá, no puedo dormir

Crecí en casa de mis abuelos paternos: mi abuela devota como nadie iba a misa diariamente para rezarle a Jesús en la Cruz y, no miento, cada vez que la acompañaba: la veía llorar de emoción.
Mi abuelo, grandote, más fuerte, había armado un altar en uno de los cuartos de la casa donde tenía las imágenes de todos los santos habidos y por haber, sobretodo San Martín y a todos ellos les prendía también diariamente sus velitas misioneras.
El hermano de mi abuelo, que vivió la mayor parte de su vida en Venezuela, era Rosacruz, una orden esotérica, y mi familia estaba convencida que este Tio que trabaja con su energía se desdoblaba y podía viajar de un país al otro sin pagar por un ticket de avión.
Estas historias las escuchaba en la mesa durante los multitudinarios almuerzos familiares que celebrábamos los domingos y las escuchaba con atención y con la convicción de que todo era absolutamente cierto.
De parte de mi familia materna; la cosa sólo contribuía a que mi imaginación de niña siga volando pensando en que la magia existía, y si no era magia, la energía.
MI abuela materna tenía la intuición sumamente desarrollada: no sólo sabía con anticipación que el teléfono iba a sonar en minutos, sino que también sabía quién estaba llamando al teléfono. Generalmente anticipaba temblores no sólo los de la tierra, sino los temblores internos de cada uno: estoy convencida de que sabía exactamente qué pasaba con sus hijos, al menos con mi mamá. Nunca me voy a olvidar, aunque no sé si sea uno de esos recuerdos que la memoria se inventa y cree que como real, de que me escondí debajo de la cama de mis papás, y escuché como mi abuela le leía las cartas a mi mamá diciéndole que tenga cuidado con algunas cosas….
Así crecí, luego en mi casa nueva de La Molina donde no pude dormir sola jamás. Mis padres con su mega esfuerzo de la vida, salieron de Pueblo Libre para construir una casa nueva en La Molina donde cada uno tenía un cuarto propio ( antes mi hermana y yo dormíamos en el mismo cuarto con mis papás). Bueno en la repartición, me tocó dormir primero con mi hermana, un año menor.
Nunca jamás pude dormir en esa casa. NI con mi hermana en el mismo cuarto. NI con mi hermana en la misma cama, porque tanta angustia tenía para dormir que a pesar de compartir cuarto; necesitaba estar echada al lado de alguien, sentir esa compañía, para poder agarrar sueño alguno. Sufría, angustiada e inquietada por ese miedo, a niveles en los que a veces no era necesario dormir con mi hermana en la misma cama, sino salir corriendo al cuarto de mis papás.
Nunca lo pude superar. Ni siquiera cuando fui madre por primera vez. Ni de casada. Y me refiero al miedo al dormir. Digamos que además una historia similar a Actividad Paranormal tuve que experimentar durante algunos años en la casa de mis padres donde vivi hasta mis 25 años; y que terminó por derribar mi frágil sistema nervioso; y a contribuir con la causa: no dejemos que Lorena duerma sola jamás.
Ahora a mis 34 años, tengo que decirles que después de años de terapia, de hacer las pases internas con mi intuición y mis super sentidos ( que antes todo lo detectaban), ya no pienso en brujas ni fantasmas cuando mi marido no está en casa, pero paso a mis hijos en mi cama. Puedo ya levantarme en la noche a a calmar los miedos de mis hijos ( antes era una hipócrita que se levantaba muerta de miedo a decirle que no tengan miedo) y, el máximo logro de la vida; puedo irme de viaje y aunque me levante 15 veces, sude, de vueltas y tenga que prender la luz del cuarto de hotel: ya puedo dormir en un cuarto sola.
¿Cómo lo hice? Lamento no tener la fórmula secreta, sólo sé que después de más de veinte años, puedo cerrar mis ojos y conciliar el sueño, quizás ya crecí.

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