¿Cómo lo que como me hace más feliz?

Por Lorena Salmón | 8 de febrero 2017
Sin Comentarios
Por Alina Ferrand


Me gusta muchísimo la comida, me doy cuenta que buena parte del día me lo
paso pensando en qué voy a probar o preparar (como buena peruana). Pero más
aún, me encanta escoger mis alimentos, poder cocinar, sentir que nutrirme
es una experiencia importante y que tengo la suerte de disfrutarla... eso
me hace realmente feliz. Tal vez sea algo muy simple y rutinario para
muchos, pero a mi me da gran satisfacción.
Soy consciente de ello hace un tiempo, pero lo hermoso es que con la comida
la experiencia siempre cambia y hay mucho que descubrir. De hecho, la gran
mayoría de temas en mi blog giran en torno a la alimentación. Pero eso para
nada me hace sentir que soy una ¨experta¨, más bien me motiva a seguir
aprendiendo y explorando sobre estos conocimientos infinitos. Me he vuelto
una apasionada del tema y es central en mi vida, no hay vuelta atrás
(felizmente).

Pero no fue siempre así, mi vínculo con la comida no siempre fue feliz.
Desde niña desarrollé una relación poco sana con los dulces, y por lo
tanto, con el azúcar. Y ya desde adolescente, necesitaba cantidades muy
grandes para poder ¨animarme¨. Los dulces estaban presentes en momentos de
celebración, pero sobre todo, en mis malos humores, decaimientos y falta de
energía. Y justamente todo eso se empeoraba por el consumo de azúcar,
porque el efecto que tiene en el organismo es de ¨montaña rusa¨ energética
y emocional.
La cosa es que tenía una gran dependencia hacía los dulces, y así pasé he
pasado buena parte de mi vida, en un círculo viciosos donde la felicidad
estaba casi supeditada a altos niveles de azúcar.
En realidad, mi felicidad dependía de varias cosas externas en esos años...
cosas que iba a alcanzar en un futuro, cuando tal o cuál cosa se cumpliera
(no la encontraba dentro mío). Y como para muchas personas, mi físico
también cumplía un rol importante en eso.
La autocrítica y comparación con el resto o con estándares que no eran los
míos era común. No voy a decir que era algo severo, pero sí constante. Si
pensaba algo positivo de mi, rápidamente era cuestionada por un pensamiento
crítico. Me relacionaba con mi físico a partir de la duda, la inseguridad.
En cuanto a la comida no llegué a desarrollar un desorden alimenticio, pero
sí me sentía culpable al empacharme de dulces y sin embargo no podía dejar
de hacerlo.
Como nos pasa a muchos, con frecuencia pensaba que había algo de peso que
perder (siempre estaban esos 4 o 5kg que juraba estaban demás), y trataba
de hacer dieta pero pocas veces lo podía sostener. Ahora que veo para atrás
*y *me da pena haber perdido energía en tener esa mentalidad con respecto a
mi físico y alimentación. ¿Quién dice cómo nos tenemos que ver? ¿De dónde
hemos sacado que tenemos que perder esos kilos que nos hemos inventado?
¿Por qué frecuentemente nos enfocamos en nuestra alimentación y salud desde
la crítica y el descontento?

No sé exactamente cuándo empezaron a cambiar las cosas. Pero sé que hace
varios años, cuando empecé a trabajar en la tele, algunas personas me
sugirieron que saldría mejor en cámara si perdía un poco de peso. Me sentía
inadecuada. Pero por un lado, estaba cansada de cuestionar mi físico para
encajar. Tampoco me parecía correcto porque sentía que si alguien me veía
un poco ¨llenita¨ en tele, eso era bueno para quien pudiese sentirse
identificados.
Pero siendo sincera conmigo, tampoco estaba contenta con la manera cómo
manejaba mi alimentación, no me sentía bien; mi energía y emociones eran
muy irregulares y sospechaba que mis atracones dulceros tenían mucho que
ver.
Entonces decidí llegar a un acuerdo conmigo misma. No haría una dieta
extrema para ¨estar regia¨, sino visitaría a una nutricionista para
aprender a alimentarme bien, a sentirme bien y con energía... y si en ese
proceso perdía peso, sería secundario.
Así fue que poco a poco fui incorporando hábitos que significaron un cambio
muy poderoso en mi vida. Definitivamente hay muchos caminos para sentirnos
mejor, pero a raíz de ese cambio de enfoque acerca de mi alimentación,
considero que pude empezar a amistarme conmigo misma en varios aspectos.

Nos enseñan muchas cosas como parte de nuestra educación, pero pocas veces
se nos ofrecen las herramientas para entender la importancia que tienen los
alimentos en nuestras vidas. Cómo lo que eliges comer te da la energía que
tu cuerpo necesita para realizar cada una de tus actividades y como nos
puede alejar o acercar a nuestra salud.
Procuro no fanatizarme demasiado con nada, tomar un poco de cada estilo de
vida e ir descubriendo qué me cae mejor a mi. Me encanta llegar a casa con
una canasta llena de cosas buenas del mercado. Cocinarme me pone de buen
humor y me gusta comer sin muchas distracciones. Acciones tan sencillas me
hacen sentir contenta y agradecida, ya no suelo pensar en calorías. He
llegado a descubrir que esos hábitos que fui desarrollando, tienen que ver
con practicar mindfulness, o ¨alimentación consciente¨ y la manera cómo
como aporta a sentirme más feliz.

Entiendo perfectamente que hay momentos en que es importante seguir una
¨dieta¨, un régimen que ayude a un estado de salud o a tener un peso más
saludable. Pero considero que eso no puede ser una constante en nuestra
vida (salvo algunas condiciones), y nuestra alimentación, por más
particularidades que deba tener en favor de nuestra salud, no debe ser
vista limitada, restrictivamente y con ansiedad. No pensemos en que la
comida juega en nuestra contra, si no en las posibilidades que tenemos de
desarrollarnos a través de ella.
Todos nos merecemos ser más amables y felices con nuestra alimentación.

Si esto también tiene sentido para ti, te dejo algunos principios de
alimentación consciente para poner en práctica:
-Conoce tus alimentos. Al momento de hacer las compras, tómate un tiempo
para preguntarte en qué te beneficia lo que eliges. ¿Cuáles son sus
ingredientes? ¿De qué y quiénes lo preparan? ¿Te hacen sentir bien?

-Disfruta de la cocina. Cuando te sea posible, prepara tus alimentos,
realmente no hay reglas para cocinar, así que aunque no sepas hacerlo
puedes ir experimentando y descubrir la gran satisfacción que trae esta
actividad. Y cuando no puedas hacerlo tú, piensa en cómo fueron hechos y
siente agradecimiento por quien los preparó.

-Come con atención. ¡No con tensión! Relájate, trata de concentrarte en
disfrutar lo que comes, no te distraigas con el teléfono o televisor.
Reconoce los sabores en tu plato y toma tiempo para masticar con calma.
Reconoce cómo vas sintiéndote satisfecho y cuando parar también. ¡Tu cuerpo
necesita un espacio para digerir y convertir todo eso en pura energía!

La manera cómo comes es tan importante como lo que eliges comer y en mi
experiencia, es una gran puerta para ser más felices.

Me ha encantado poder abrirme y compartir este espacio con ustedes.
Gracias a queseasmuyfeliz por permitirme cambiar un ratito de casa y
conectar con una nueva comunidad de lectores.

¡Un abrazo grande!


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