Las madres primerizas ¿Deberíamos anunciarlo con un letrero en la frente?

Por admin_feliz | 2 de noviembre 2015
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amadeo.tesoro

“¿Eres “primeriza”?”, me preguntó la enfermera que me recibió apenas llegué a la clínica hace 1 año y 4 meses con contracciones para parir. La misma pregunta repitió una segunda enfermera que me acompañó a la sala de parto. “Si es tu primer hijo –me iba explicando mientras caminábamos por un pasillo casi a oscuras– quizá puedas tardar un poco más en dar a luz. Sus palabras me sonaron con la convicción de que pi es 3.14 y no hay más vuelta que darle. Luego vino una tercera enfermera me dio una bata celeste y fría para que me ponga y, ¿adivinen cuál fue su pregunta? Desde que parí, enfermeras, madres, conocidos, vecinos y cuanta persona me he cruzado en la calle o el parque dale y dale con la misma pregunta: “¿Es tu primer bebé?”. Hasta yo misma me he sorprendido haciéndosela a otros padres. ¿Por qué tanto la repetimos? En las librerías venden guías exclusivamente para padres primerizos, ¿por qué? ¿Qué es eso que tendríamos que saber y no sabemos? ¿De qué universo tan exagerado somos las llamadas “pri-me-ri-zas”?

 

 

Naturalmente cuando vivimos la maternidad por primera vez algunas experiencias como el parto o el embarazo nos hacen sentir que estamos ingresando a otra galaxia, a una nebulosa sin asomo de lo conocido. Recuerdo, por ejemplo, el primer chorro de leche que vi salir de mis pezones, cómo los exploraba durante minutos boquiabierta, meticulosamente, con el corazón latiendo en mis manos de susto, incredulidad y emoción todo en un solo coctel. La verdad es que sí, la falta de experiencia y el desconocimiento puede ponernos un tanto asustadas o neuróticas. Se me vienen a la mente algunos pasajes exagerados de mi maternidad… Como la vez que le prohibí a mi esposo, sencillamente, respirar cerca de nosotros si no tenía puesta una mascarilla facial, esas de uso médico, para prevenir que le contagiara su resfrio a nuestro Amadeo de dos meses. Sí, las primerizas tratamos a nuestros bebés como si fueran de cristal y las preocupaciones o improvistos de la crianza se convierten en una cuestión de vida o muerte. Alguien me explica, por favor, ¿¡por qué sigo hirviendo biberones hasta estas alturas!?

 

¿Por qué miré varias noches con ojos de cuchillo a mi esposo cuando el biberón de leche que preparaba tenía media onza más de agua y sobrepasaba los 180 ml, clavaditos, que debía tener como decía en las instrucciones? ¿Por qué cada noche abrigaba a mi bebé como si estuviera nevando? ¿Por qué lo alimentaba con puntualidad castrense?¿Por qué fui a la emergencia de madrugada como si el mundo hubiera dejado de girar cuando le dio fiebre por primera vez? ¿Por qué cuando lo llevaba en el carro de paseo sudaba como si estuviera manejando una ambulancia?

 

A muchos padres primerizos nos falta flexibilidad y nos sobran burbujas protectoras alrededor de nuestros hijos. Lo cierto es que sentir miedo no es una exclusividad de quienes tenemos un bebé por primera vez. Se trata de una condición de los seres humanos. Tengamos uno o cinco hijos, igual podemos quedarnos con la cara de susto toda la vida. Porque cada hijo viene con sus sorpresas. Y porque siempre con cada uno pisaremos terrenos desconocidos. Por eso la pregunta no debiera ser cuántos hijos tenemos, sino cómo queremos asumir los miedos propios de la crianza.

 

“Siempre tendremos París”, ¿se acuerdan de la frase de Rick en Casablanca? Más allá de todo romanticismo, me gusta mucho porque resulta esperanzadora, victoriosa, asume el presente con firmeza, sin caprichos. Cuando tengo alguna preocupación sobre mi Amadeo, o en momentos en los que he tenido que lidiar con el dolor de verlo enfermo, siempre me la repito. No con ánimo de minimizar un problema, sino como una muletilla de esperanza y agradecimiento. Agradecerle a él que nos eligió. Agradecer su vida. Su salud. Agradecer que estamos juntos. ¿Qué puede haber más poderoso que la gratitud y la esperanza para abrazar los miedos de la maternidad? Siempre tendremos París, Amadeo.

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One Response to “Las madres primerizas ¿Deberíamos anunciarlo con un letrero en la frente?”

  1. Claudia dice:

    Me siento tan bien al leer tu post! Gracias a ti se que no estoy desquiciada. Si pudiera hacerle a mi hijo un trajecito de burbupack seria un alivio pero tengo que asumir que no puedo evitarle ningun golpe que le toque. Pero como dices tenemos que decidir como vivir nuestro temor (yo tambien sigo hirviendo biberones) porque despues de todo siempre seremos madres primerizas… al menos con el primero

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