Lágrimas de bebé

El llanto de un bebé es uno de los sonidos más angustiantes que existen. Escuchar llorar incansablemente a un niño puede hacernos perder la razón, no sólo si es nuestro bebé. Quizás porque nos conecta con nuestro propio llanto de niños, o porque evoca la fragilidad del ser humano. El llanto impacienta, angustia, irrita, hasta desequilibra.

Cuando el bebé nace, siente miedo. No conoce este mundo, nunca antes había sentido ni frío ni hambre. Tiene que irse acomodando y conociendo las reglas y el funcionamiento de su nuevo hábitat. Pero mientras lo logra, llora. Y a veces llora mucho, más de lo que podemos tolerar. Perder la paciencia, entonces, es humano. Si alguna mamá te dice que ella nunca la pierde, debe estar mintiendo.

Pero es fundamental también saber que quien tiene más “derecho” a desequilibrarse y entrar en pánico, es el bebé. Con la maternidad llega también una función de responsabilidad, somos el adulto que cuida. ¿Si tu pierdes el equilibrio contantemente, de qué forma alguna podrá ese ser chiquitito y vulnerable equilibrarse? El bebé no viene equipado con suficientes herramientas como para autocontrolarse frente al miedo, frustración o dolor. Necesita de tu calma para calmarse. Necesita tu contención para contenerse. Necesita la ayuda del adulto cuidador para transitar hacia la tranquilidad. Y si no siente ese cuidado, se angustia más. Y llora más. Si tu sientes que estás al borde de un ataque de pánico y no te puedes contener, piensa que tu bebé ya se cayó por el abismo del terror (está mas asustado que tú).

Entonces, si bien es humano perder la paciencia, hay que saber buscar la manera de recuperarla. Pídele ayuda al padre, a la abuela, dale la posta a la nana. Asumir que algunas veces no podemos, es mejor que prolongar ese estado de angustia y desesperación. Y porque mientras más rápido te calmes, más rápido dejará de llorar tu bebé.

 

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