Ábrete al cambio
Por Lorena Salmón | 15 de julio 2016Por Jean Pierre Botto
Mi nombre es Jean Pierre Botto y quiero contar mi romance con el cambio:
Eráse un lunes luego de semana santa del 2009. Tenía 24, afeitadito, vistiendo saco y corbata en la oficina del BBVA en San Isidro. Mi jefa entra al local del banco y me ordena frente a todos ir a su oficina (me había tirado la pera el sábado de semana santa). Antes de decir A, le presento mi carta de renuncia, poniendo fin a 4 años de estabilidad económica, de tener créditos y seguro, pagarme la carrera de comunicador y claro, vivir la tensión, el estrés, la frustración de levantarte cada lunes odiando la vida. Así empieza la aventura.
Vino un año de vivir de mis ahorros, viajar y recuperar mi vida: surfear, escribir, dibujar, hacer música, yoga, mi familia y amigos, y cuando ya sentía trabajar con pasión me encuentro con un amigo de hace años y me invita a ser redactor creativo de su agencia de publicidad. Así empecé el 2010, un ciclo de arte, expresión y trabajo en un equipo joven y creativo.
Un año después, al tomar conciencia el poder que tenía la comunicación (tanto negativo como positivo), empecé a estudiar comunicación social y aprender herramientas para mejorar mi vida como nutrición, yoga, meditación, sintiendo que llegaba una nueva etapa a mi vida. Salí a una fiesta en Pachacamac y conversando sobre ética, consumo y conciencia, me invitan a ser comunicador del entonces recién formado Instituto Peruano de Permacultura.
Así inicié el 2011, un año transformador haciendo permacultura y educación ambiental a familias, niños, incluso a presos del penal de Lurigancho, comunidades cafetaleras en Moyobamba, a niños de Wawawasis en Lima y Ayacucho.
Aprendí todo el poder que puede generar un equipo joven trabajando con ética, valentía , conciencia ambiental y propósito. Luego de un año y medio, siento viajar de nuevo, experimentar en la práctica toda la teoría aprendida. Fui a Madre de Dios, de voluntario al proyecto Arbio, en una reserva natural frente al río Piedras. 3 horas en moto y 4 en lancha: el corazón de la selva. Luego viajé a Cusco buscando voluntariados, proyectos resilientes, viviendo más pausado, conozco el Refugio Tikabamba en el Valle Sagrado y su director, arquitecto/artista constructor de casas de adobe y muralista de barro, me invita a dirigir el programa de voluntariado que tenía en su finca. Fue todo el 2012 de vivir a los pies de la montaña, descalzo, comer de la huerta, plantar árboles, cantar frente al fuego y conocer más gente maravillosa.
Llegaba el 2013 y con ganas de seguir aprendiendo apliqué a un programa de bioaprendices dirigido por la eco Escuela el Manzano de Chile, y fue así que sin más, viajé al sur Chile a un internado de aprendizaje en acción: 4 meses de Permacultura, trabajo con la tierra, alimentación, bosques comestibles, bioconstrucción y vivir en comunidad.
En mayo llegué a Lima con el propósito de generar un impacto en la ciudad y en la gente. Inicié el proyecto Lima Compost, para generar conciencia de reciclar nuestros residuos orgánicos, dando charlas en municipalidades, universidades, ferias, colegios y empresas. Luego me certifiqué como profesor de yoga y daba clases en KO, creando lazos profundos con mis alumnos y los mejores talentos del entrenamiento funcional y yoga en Perú.
En el pico de todo mi novia y yo estábamos esperando nuestra primera bebé, que no queríamos criar en la ciudad y menos en Lima, así que con pena dejé mis proyectos en Perú y viajamos a España, donde nació la bebé en una hermosa ciudad rodeada de montañas frente al mar en un parto natural en casa tan lindo y tranquilo que nos enamoró por completo. Luego de varios proyectos lindos por Europa decidimos criar nuestra bebé en un ambiente lo más natural posible, así que nos mudamos a Costa Rica donde estamos viviendo desde hace 6 meses. Y aquí estamos, más felices que nunca, viviendo el presente. Ya sabemos de sobra que mañana QUIEN SABE y el AHORA es nuestro regalo secreto.
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