7 libros para reír

1. La conjura de los necios de John Kennedy Toole. Una obra maestra, excesiva y delirante, protagonizada por Ignatius J. Reilly, un personaje obsesionado con encontrar verdades teológicas medievales en el mundo capitalista contemporáneo de New Orleans. Sus graves problemas para enfrentar la realidad se condensan en su peor maldición: buscar un trabajo. Se lee a carcajadas.

2. El diccionario del diablo de Ambrose Bierce. Una enciclopedia cáustica que reúne,
con humor negro e inacabable filo, una visión amarga pero desternillante de la vida. Como prueba, léase la definición de amistad: “Barco lo bastante grande como para llevar a dos con buen tiempo, pero a uno solo en caso de tormenta”.

3. Madre Noche de Kurt Vonnegut. Solo el genio de Vonnegut podría lograr lo imposible: una sátira sobre el nazismo. No se puede dejar de mencionar la profunda humanidad que esconde la novela detrás de las risas que ocasiona, pero es imposible mantener la compostura ante personajes como el Führer Negro de Harlem.

4. ¡Muuu! de David Safier. Luego de una flagrante infidelidad y de la toma conciencia del fin industrial que espera a toda res, una vaca alemana obtiene información importantísima para su sobrevivencia: en un lugar llamado India se les considera sagradas. El viaje es hilarante y el tono de fábula también.

5. La importancia de llamarse Ernesto de Oscar Wilde. Maravillosa comedia de enredos y amor, con identidad doble y secretos de alta sociedad, llena de juegos verbales y burlas a los modales de la alta sociedad inglesa. Una obra que no se agota nunca.

6. Muerte de Sevilla en Madrid de Alfredo Bryce. Un cuento magnífico y escatológico, de lo mejor que escribió Bryce, que puede considerar con toda justicia el súmmum del patetismo. La obra de Bryce abunda en humor y no tiene desperdicio quien lo busque en La felicidad ja, ja o La vida exagerada de Martín Romaña.

7. Pantaleón y las visitadoras de Mario Vargas Llosa. La neurosis racionalista llevada al extremo en una caricatura de lo militar que permanece como una de las obras más logradas del humor peruano. El Servicio de Visitadoras para Guarniciones, Puestos de Frontera y Afines es tan eterno como la retórica castrense del capitán Pantoja.