¿Qué es la felicidad?

Mientras escribo esto estoy sentada en la fila 30k, y rezando porque a mi lado no se siente ninguna madre con un bebé lactante, ya que este Airbus A330 me llevará junto con otros cientos pasajeros durante 12 horas a mi destino por una semana: Lima, mi primer hogar.

Hace exactamente 452 días, un 22 de setiembre del 2014 abandoné mi ciudad para embarcarme en la aventura de la peruana en búsqueda del sueño americano en Europa, o al menos una buena historia para contar a quien la quiera escuchar.

De cierta forma siempre supe (por no decir siempre quise) que mi vida tendría una pausa larga fuera de casa. Sin embargo, la necesidad de partir solo llegó cuando mamá, luego de inspeccionarme por unos segundos inmersa en mis sesiones diarias de procrastinación en búsqueda de que el destino tocara la puerta, exclamó con algo de desaprobación y una pizca de reto en su voz:
«No entiendo por qué sigues acá».

Fue una mezcla de un balde de agua, un pellizco en la oreja, que te pase electricidad y pisar un lego todo a la vez. Un mes luego, iría en búsqueda de la felicidad.

¿Qué si la he encontrado?

Claro que si y claro que no. Durante esta nueva etapa de mi vida he entendido que para ser feliz hay que dejar de pensar y empezar a vivir. Derrumbar todos los prejuicios y predisposiciones, salir de la zona de Comfort y cagarla incontables veces.
Y es que la felicidad no es constante, son pequeños momentos que van creando una mejor versión de un mismo.
Son momentos como armar tu primer mueble de Ikea sin ayuda de nadie, cocinar la comida de tu abuela, hacer nuevos amigos, escuchar la canción que te recuerda a tus mejores amigas los viernes por la noche, ir a tu primer concierto sola y conocer a un chico, bailar desenfrenadamente a la espera del fin del mundo, tener sexo de una noche, llorar en los domingos de invierno con una película romántica y esperar el verano con una cerveza en una terraza.
Repetirlo todo de distintas formas, en distintos momentos, con distintas personas, pero sobre todo, a tu manera. Porque es tu felicidad, no la del resto.
Alguna vez escuché que para ser feliz a veces es necesario salir de casa para regresar al hogar. Yo salí de casa para regresar a lo esencial: Encontrarme a mi misma.
Fue solo entonces, en ese momento en el que supe que todo iba a estar bien, que todo iba a estar feliz.