Esto no es una catarsis

Por Lorena Salmón | 22 de septiembre 2015
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Pero hoy he estado de mal humor. Llevo más de un mes, haciéndome cargo de mi casa, me he metido a trabajar como una loca en varios proyectos al mismo tiempo ( la presión de la canasta familiar) y además tratando de hacer andar un sueño. Como si no fuera mucho.
He perdido la paciencia hoy, más de diez veces. He gritado a mis hijos otras tantas. Excusándome con ellos mi aspecto de ogro con: bueno, no me molesten grrr estoy de mal humor ya?
Cada cosa que fallaba, era una carga. Y hace un par de semanas que tengo la llanta del carro baja y no encuentro tiempo para ir a que vean la llanta. Como si dentro mio algo se rehusara a hacer ese simple quehacer doméstico que machistamente espero que mi marido haga por mi. Luego, me doy cuenta que no lo hará.
Que después tengo que llegar a casa y no vale estar cansada porque el día no termina. Y porque recién es lunes: ¿Cómo cansarme un lunes? No lo puedo permitir.
Aunque también me he dado cuenta que no puedo permitir dejarme ir, fallar, gritar, sin echarme la culpa o reprocharme tan reprochable conducta.
De dónde nace es autoexigencia que nos imponemos todas encima. Porque me imagino que no es un tema personal, que a muchas de ustedes también les pasará.
(mientras escribo esto, mi hija se cortó el dedo con un cuchillo en la cocina por coger lo que no se coge y por traviesa. Y saben qué, lo primero que me dio fue mal humor. Luego, el sentimiento de qué pésima).
A veces un mal día simplemente parece un mal día sin fin: todos los sucesos que acontecen parecen uno seguido del otro como a propósito como en mi caso, que hace un par de horas que el internet tampoco me funciona en la oficina y tengo que escribir esto mientras escucho Nikelodeon y su pésima programación para niños. Programación que dejo que los mios vean un ratito para respirar y escribir o escribir para respirar- Y no salir a la lavandería donde a veces me escapo para mirar al cielo contemplar la nada.
Hoy es uno de esos días, pero al escribir he sentido que la incomodidad ha ido mutando y que el mal humor cediendo, que ya se me ocurrieron algunos buenos planes como para terminar el día con una sonrisa y no gruñiendo y que sí, está bien deshogarse y está bien sentirse así de vez en cuando pero nunca estará bien, irnos a dormir sin el corazón sano.
Y para sanarlo, hay que dejar ir, la molestia, el fastidio, este lunes de miércoles.



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