Dando me voy llenando

Por Lorena Salmón | 3 de mayo 2016
Sin Comentarios

Por Inés Yabar

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“Recuerda que las personas más felices no son las que están recibiendo más, pero las que están dando más”. Esta citación de H.Jackson Brown nos recuerda lo que ya todos deberíamos saber. Desde hace mucho tiempo se tiene la idea que hay que dar y ayudar. Se nos recuerda en el colegio que debemos compartir, las religiones por lo general cultivan la actitud de dar y cada vez más se resaltan historias donde el protagonista ayuda inesperadamente o se toma el tiempo para dar. Pero, ¿porqué dar y ayudar deben volverse nuestros modos de vida?

 

En primer lugar, dar no solo es dar dinero. Sino es dar amor, sonrisas, amistad, esfuerzo, valor, esperanza, ideas, amabilidad, enseñanzas, cariño, consejos, ayuda. Y hay tantas maneras de ayudar que si lo pasáramos por alto los seres humanos prácticamente no interactuaríamos. Dar de diversas maneras permite entonces conectarse con otros.

 

Además, en mi experiencia personal, al dar siempre se termina recibiendo. Podría decirse que es una inversión que nos permite vivir plenamente en comunidad y que como un boomerang regresa hacia nosotros. Dar sonrisas generalmente crea sonrisas. Dar tiempo permite también pasar tiempo con otros. Dar consejos es una forma de hacer perdurar consejos que alguna vez nos dieron también. De igual modo, cuando ayudamos a alguien conscientemente, les damos a ellos acciones concretas pero recibimos mucho más.

 

Al hacer voluntariado aprendí que por más que pueda estar haciendo un esfuerzo físico de construir una casa o limpiar una playa, eso no le llegaba ni a los talones de lo que recibía en retorno. Cuando doy creo lazos fuertes de amistad. Cuando ayudo genero experiencias y aventuras inolvidables. Y sobre todo, cuando doy, me lleno de tantas cosas bellas imposibles de enumerar.

 

Es importante sin embargo que ayudar y dar se vuelvan cosas naturales del día a día. No tiene que ser una obligación o algo que hagamos para recibir una recompensa ya que así se pierde la esencia del hecho de dar. Lo más bello de dar es recibir sin esperarlo, con sorpresa. A veces ayudar no da resultados tangibles inmediatamente. Pero la historia del doctor Michael Shannon que salvó a un niño al nacer muestra cuanto nuestras acciones pueden impactar. Años después el doctor estuvo en un accidente de tránsito y ese bebe que había salvado 30 años antes fue su rescatista.

 

Así como puede traer resultados a largo plazo, dar también trae felicidad en el momento mismo. Ver volar a una gaviota luego de haberla desamarrado de un plástico en la playa trae satisfacción inmediata. Recibir un abrazo de un niño al que ayudaste a amarrarse sus zapatos también trae alegría. Sean pequeñas o grandes acciones nunca olvidemos que cada acción que hacemos puede impactar la vida de otros. Que nuestras acciones impacten de manera positiva, porque la amabilidad compartida se multiplica, embellece al mundo y termina volviendo a nosotros de maneras inesperadas. Así que sonríe a desconocidos, es posible que así cambies una vida (Steve Maraboli).

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